Guardianes de lo salvaje: un llamado a los fotógrafos de la naturaleza

Como fotógrafos de naturaleza, pasamos la vida maravillados por la belleza del mundo: de pie en silencio mientras el sol corona la cima de una montaña, esperando en silencio junto a un sendero forestal avistar un zorro, o paseando cerca de un prado disfrutando del aroma de las flores silvestres y el zumbido de las abejas. Estos momentos son más que oportunidades para fotografiar. Son la sanación de nuestras almas, así como una forma de resistir las crecientes amenazas a nuestro mundo.

En Estados Unidos y en todo el mundo, los lugares que amamos enfrentan un riesgo cada vez mayor. Las tierras públicas se están abriendo a la extracción y el desarrollo. Las protecciones para las especies en peligro de extinción se están debilitando o ignorando. Las políticas climáticas se están revirtiendo o se les está quitando financiación. Y el efecto acumulativo se está acelerando: la reducción del hábitat, el aumento de las temperaturas y la pérdida de biodiversidad a un ritmo mucho mayor del que muchos imaginamos presenciar en nuestra vida.

En Estados Unidos, el enfoque de la administración actual en materia de gestión ambiental ha sido preocupante. Si bien algunas agencias y líderes siguen abogando por la conservación, muchas decisiones han priorizado las ganancias económicas a corto plazo sobre la estabilidad ecológica a largo plazo. Se ha acelerado la extracción de petróleo en tierras que antes estaban protegidas. Se ha revisado la Ley de Especies en Peligro de Extinción para dificultar la aplicación de las protecciones. Y las iniciativas climáticas se han visto socavadas justo cuando el mundo se enfrenta a sequías, incendios e inundaciones cada vez más intensas.

Es fácil sentirse impotente ante cambios tan radicales. Pero nosotros, los fotógrafos, tenemos un papel único y poderoso que desempeñar.

No somos observadores pasivos de la naturaleza. Somos sus testigos, sus intérpretes y, potencialmente, sus guardianes. A través de nuestras imágenes y palabras, podemos mostrar a los demás lo que está en juego. Podemos recordarles lo que queda y cuánto podemos perder. Y podemos inspirar el tipo de amor que lleva a la acción.

Estas son sólo algunas formas en las que podemos asumir ese papel:

  • Utilice su voz. Comparte tus fotos con un propósito. Al publicar imágenes en línea o exhibir tu trabajo, cuenta la historia detrás de la foto: no solo los detalles técnicos, sino también lo que el lugar significa para ti, las amenazas que podría enfrentar y cómo otros pueden ayudar a protegerlo.
  • Eduque a su audiencia. Incorpora mensajes de conservación en tus pies de foto, entradas de blog, videos y charlas. Ayuda a las personas a comprender la conexión entre las decisiones políticas y la belleza que ven en tu trabajo.
  • Apoye a las organizaciones de conservación. Dona una parte de tus ventas, ofrece impresiones para recaudar fondos o colabora en campañas de concienciación. Los grupos que trabajan sobre el terreno necesitan narradores tanto como científicos y abogados.
  • Vota pensando en la Tierra. Apoyar a líderes y políticas que prioricen la gestión ambiental basada en la ciencia, los derechos territoriales indígenas y la cooperación climática global.
  • Practique y promueva la fotografía de bajo impacto. Sigue el Principios Nature First y ayudar a educar a otros, especialmente a los fotógrafos emergentes, sobre cómo minimizar las perturbaciones y proteger los lugares que les encanta fotografiar.

Lo cierto es que quizá nunca volvamos a ver la Tierra como era hace apenas unas décadas. Pero no estamos indefensos. Cada uno de nosotros lleva consigo una herramienta capaz de preservar la memoria, despertar emociones e impulsar el cambio. En nuestras cámaras, albergamos más que lentes y sensores: albergamos una forma de defender lo que no puede hablar por sí mismo.

Este momento histórico exige más que fotos hermosas. Exige valentía. Exige honestidad, responsabilidad y amor convertido en acción.

Así que ve, recorre los bosques, espera junto a los senderos, admira. Pero no te detengas ahí. Comparte lo que ves. Cuenta las historias tras la quietud. Y deja que tu trabajo sea una voz no solo de belleza, sino también de protección.

Porque el futuro de la naturaleza puede depender de lo que elijamos ver —y de lo que elijamos hacer— con el tiempo y el talento que se nos ha dado.

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